dimarts, 19 de novembre del 2019

Un Cervantes para el bilingüe Margarit

El poeta obtiene el premio por una obra confesional donde conviven catalán y castellano. “No voy a renunciar a las dos lenguas digan lo que digan  


Barcelona 
Joan Margarit es un poeta total: pocos han recortado tanto la distancia entre vida y obra. Por eso cuenta, con la misma naturalidad y cercanía con la que fluyen sus versos y que le han convertido en el bardo más popular hoy en Cataluña, que iba a empezar a comer cuando ayer se le comunicó que había obtenido el 45º premio Miguel de Cervantes (125.000 euros), el Nobel de las letras castellanas, el quinto catalán tras Juan Marsé, Ana María Matute, Juan Goytisolo y Eduardo Mendoza. Pero es el primero con una obra plenamente bilingüe en catalán y castellano.

Una semana antes de recoger el Premio de Poesía Iberoamericana Reina Sofía, el más importante en su categoría, Joan Margarit vuelve a ser encumbrado al podio de los escritores en lengua española con el Premio Cervantes. 

No tires las cartas de amor

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.
De Aguafuertes (Renacimiento, 1998)

Dies d’abril

El que sento en el meu silenci d’ara
són els cants dels ocells d’aquella primavera
pendents de convertir en llàgrimes el cant.
Els ocells i el taüt, des de llavors,
no podré separar-los ja mai més.
Ara em nodreix nomes la intel·ligència,
que prefereix l’hivern amb les basses gelades,
les cares grises i suaus pel fred.
Els camps que semblen morts, avets que callen
pels anys que ja portem sense Nadal,
perquè encara seria molt més trist
cantar aquelles cançons nosaltres sols.
El pensament, desconjuntat pel sexe
i per la fosca de la passió,
no ha trobat pau fins a la senectut.
És la impotència la que ens socorre.
La que, fent impossible ja el futur,
salva aquest breu present, dignifica l’ahir.

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